La palabra ‘no’.
Dos letras que, unidas, se convierten en una de las combinaciones más
temidas de nuestro vocabulario. Su simple mención basta para destruir
sueños, romper corazones y demoler expectativas. Está íntimamente
relacionada con el rechazo, y cuando se escapa de
nuestros labios, tiene la capacidad de convertirnos en auténticos
villanos a ojos de los demás. Pero también nos permite establecer límites, marcar distancias, ajustar nuestros tempos y respetar nuestras necesidades.
No se trata de ser un egoísta que ignore las necesidades de los demás, sino de encontrar un equilibrio entre dos extremos igual de malos: el decir siempre que sí y el decir siempre que no.
Por eso hay que intentar ser asertivos y determinar en qué momentos debemos negarnos y en qué momentos hay que decir que sí y aceptar el requerimiento de otros. La ASERTIVIDAD, se refiere a la capacidad de tener seguridad en sí mismo para poder decir que no cada vez que sea necesario.
¿Y por qué nos cuesta tanto decir “no”?
Porque al decir “no” podrás experimentar una
sensación de libertad y liberación sin igual. Te demostrarás a ti mismo
que tienes los mandos y el control de lo que haces. Que todavía puedes
elegir, hacer y vivir sin tener que actuar como un coche teledirigido.
Porque al decir “no” podrás hacer las tareas
importantes mejor, a conciencia… poniendo calidad, creatividad y talento
en los detalles que marcan la diferencia y dejan huella.
Porque al decir “no” disfrutarás de tiempo extra para empezar cosas que siempre quisiste hacer y que una y otra vez te viste obligado a posponer.
Porque al decir “no” podrás vivir y hacer las otras cosas más conscientemente; y las podrás saborear a fondo, sin la sensación de ser un títere manipulado por una agenda siempre saturada.
Porque al decir “no” tendrás tiempo y atención para volcarte en tus prioridades. Personales y profesionales. Las cosas que son importantes y que cuentan para ti. Las cosas, las personas, por las que merece la pena estar aquí.
Porque al decir “no” disfrutarás de tiempo extra para empezar cosas que siempre quisiste hacer y que una y otra vez te viste obligado a posponer.
Porque al decir “no” podrás vivir y hacer las otras cosas más conscientemente; y las podrás saborear a fondo, sin la sensación de ser un títere manipulado por una agenda siempre saturada.
Porque al decir “no” tendrás tiempo y atención para volcarte en tus prioridades. Personales y profesionales. Las cosas que son importantes y que cuentan para ti. Las cosas, las personas, por las que merece la pena estar aquí.
Porque decir "sí" es mas rápido:
- porque no te obliga a pensar y elegir.
- porque es conveniente: quedas bien con los demás y transmite una mejor imagen de ti.
- porque es cómodo: en lugar de decidir por prioridades miras hacia otro lado y eliges lo que tenga más “azúcar”.
Decir “no” cuesta horrores, sin duda. Pero cuesta mucho menos cuando
tienes claro lo que quieres, cuando tienes un porqué y sabes que hay
cosas mucho más importantes que la incomodidad o el mal trago de
rechazar algo nuevo. Cosas como tu capacidad parar invertir en tus
prioridades verdaderas para vivirlas más intensamente. Libertad para
elegir según tus principios y caminar con menos peso a la espalda. O
inteligencia para administrar tus fuerzas y no desgastarte gratuitamente
en cosas que no aportan. Creo que son razones para empezar a
practicar el “no”.
“No hay mayor esclavitud que decir sí cuando se quiere decir no” Baltasar Gracián
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